El audiolibro, esa odisea.
Últimamente he grabado varios audiolibros, una experiencia en cierto modo nueva para mi. Y enriquecedora, joder. Porque cascarte varios puños de horas sin parar de rajar, controlando todos los aspectos de la narración y en concentración máxima, te pone un galón más como locutor. Si te preguntan 5 minutos después de grabar acerca de lo que has leído y eres capaz de contarlo, seguro que lo has hecho bien. Nene, no aburrir en un tocho de 180.000 palabras es tarea ardua.
Amigo locutor : Loquendo no respira.
Y luego viene la edición; arreglar los silencios, limpiar ruidos de boca (clicks que hace nuestra saliva al hablar) quitar algunas respiraciones… Ojo, no soy partidario de algunos plugins y puertas de ruido muy severas (función de los DAW para eliminar sonidos de fondo en las pausas del locutor), porque le restan naturalidad al trabajo. Es más rápido, pero el resultado puede ser un poco cutre. Igual es que yo tampoco las sé utilizar muy bien, cuidao.
La respiración es necesaria para que la narración fluya y se sienta más cercana y real. Se pide naturalidad y credibilidad, y la respiración te lo da. My mexican buddy Marlon Rosales compartió esto de Gravy for the Brain, donde lo explican muy bien. Tener el sistema respiratorio 100% controlado te permite a ti como locutor disfrutar de la experiencia; y quien te escuche, lo pasará fetén.
Y a la vez, tus ojos van por delante de tu boca. Esto es, cuando estés pronunciando las palabras de una línea, tus ojos y cerebro han de estar ya procesando la siguiente.
¿Y los diálogos de un audiolibro?
Lo más habitual es que un solo voice over haga todo, narrador y personajes. Contratar más locutores para una misma producción la encarece, pero también la mejora. Por suerte, y gracias a la actual expansión de este mercado, es una práctica cada vez más habitual.
Aún si nos toca hacer todo, hemos de tener sumo cuidado; existe una muy fina línea entre la interpretación y la caricatura. Si eres macho bragado, encargarte de las líneas de un personaje femenino no es tarea fácil sin caer en el esperpento. Y viceversa.
-Pongamos un ejemplo: Locutora con voz de 30-40 años. Diálogo entre un octogenario y un adolescente (masculinos). ¿Lo imaginas? Adaptar la velocidad del habla para cada personaje, y darle cierto color a la voz de cada uno, ayudará al oyente a diferenciarlos. Si se pasa de la raya lo sacará de la historia.
Y el pago? Bien, gracias.
Es algo curioso. Un factor a tener en cuenta al cobrar las locuciones, es la cantidad de gente a la que llegará dependiendo del medio en que se emita. Esto es, la audiencia. Ok. Pero grabar un audiolibro por el que pagan 80 euros la hora grabada y editada porque sólo lo van a escuchar cuatro gatos es una putada. Son muchas horas de trabajo y esfuerzo espantosamente mal pagadas, estás haciendo el trabajo de varias personas por un sueldo miserable. Aquí nos toca a cada uno pelear por encontrar empresas más solventes y mejores presupuestos. Y obviamente, tenemos que valerlo. A menudo cuando escuchas una producción barata, te das cuenta de por qué es barata.
Y por último, en el audiolibro, igual que en el eLearning, si queremos ganarle la batalla a Loquendo y a los sistemas TTS recordemos que esos sistemas no tienen alma, no respiran, y tampoco sienten. Nosotros sí, y eso es lo que debemos imprimir a nuestros trabajos.

Actor de doblaje hace unos años, locutor y actor de voz ahora desde mi cueva.
En castellano para España, en latino neutro para USA y Latinoamérica.
Rockabilly star wannabe.